viernes, 6 de marzo de 2009

Milagro asegurado o le devolvemos su dinero

Un bonito día soleado de enero, al bajarme del ómnibus que suelo tomar para llegar hasta la estación central, vi a lo lejos, en la otra punta de la estación, a un buen amigo mío con quien no tenía el gusto de encontrarme desde hacía varias semanas. Distinguí desde la distancia que estaba charlando muy animadamente con un hombre vestido a la usanza de los ultraortodoxos que estaba parado en el medio de la vereda detrás de una mesa, cosa que me llamó ligeramente la atención. Lo primero que pensé es que se trataba de uno de esos puestos de judíos jasídicos que ofrecen a los transeúntes colocarse los tefilín (filacterias), libros a la venta o folletos con las lecciones de algún rabino, quizás del Rebe de Lubavitch o de Rabi Najman de Uman.

Este tipo de puestos no son ninguna novedad, son muy comunes en las estaciones centrales de cada ciudad y en otros sitios donde se suele conglomerar mucha gente, la pregunta que me surgió fue qué podía querer con ellos mi amigo, un laico casi tan empedernido como yo. ¿Sería que trastornado por el reciente período de bombardeos sobre su ciudad, el muy hereje se había dejado seducir por el consuelo espiritual de un ritual religioso, así a plena luz del día y a la vista de todo el mundo? Lo otro que se me ocurrió, fue que tal vez mi amigo y el religioso estarían haciendo lo mismo que harían dos judíos desconocidos cualesquiera al toparse por azar: discutir. Estos pensamientos pasaban fugazmente por mi cabeza, mientras me acercaba al puesto a saludar a mi amigo. Breves instantes más tarde, al llegar hasta allí, descubrí que todas mis conjeturas estaban erradas, la realidad era más sorprendente, mi amigo había recibido una oferta que no podía rechazar.

Por tan sólo 55 shekels (10 euros y medio) al mes durante un año, no sé cuál rabino se encarga de que al cliente se le cumplan uno o más milagros. El solicitante anota en una lista todos los milagros que desea y si para el cuarto mes ninguno de ellos se ha cumplido, no tiene más que ir al banco y cancelar el trato mediante un trámite corriente y sencillo, para recibir el dinero de vuelta en su cuenta. Mi amigo pidió el bienestar para varios de sus familiares y seres queridos, que el padre mejore de salud, que el primo consiga trabajo, que el cuñado esto y que el sobrino aquello. Ya que me aparecí yo por allí en momento tan oportuno, me añadió a la lista y pidió que encuentre pareja. Me quedé helado, no supe si agradecerle su generosidad, ofenderme por que considere un milagro mis futuros éxitos con el sexo opuesto, o golpearlo en la cabeza con una sartén por dejarse embaucar con tanta facilidad. Al final, cuando salí de mi asombro, opté por relajarme y pedí que en lugar de una pareja me consiguiera dos, total, el precio es el mismo y él invita. Al ultraortodoxo no le gustó nada la idea, intentó convencerme de que una sola mujer ya trae suficientes dolores de cabeza. No sé por qué entendió que las quería a las dos en simultáneo, pero ya que estamos exijo una morena y una pelirroja, vamos mi señor rabino, cumpla con su parte del trato de una buena vez.

4 comentarios:

  1. JAJAJAJA Que historia más buena. Aquí a lo único que aspiramos es a ponerle velas a algún santo, desgraciadamente el dinero se lo queda la Iglesia y no lo volvemos a ver ni por casualidad. Suerte con el deseo, sea cual sea el resultado que quieres que tenga. Por cierto, el banner que me sale a la derecha ya es bastante clarificador xD.

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  2. Filoc, el banner es de google ads, cambia según desde que país se lo mira, así que no sé a que te refieres. A mí me en este momento me aparece el anuncio de una compañía de seguros. En la época de elecciones a veces me aparecía la propaganda de Tzipi Livni.

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  3. Nah, es uno de esos de buscar pareja.

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  4. Jajaja, muy bueno... A mí me han parado en más de una ocasión esos religiosos y la verdad es que a veces me paro a discutirles un poco.

    Espero que encuentras pareja pronto, si no, no te olvides de avisar a tu amigo para que cancele el contrato...

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