viernes, 10 de junio de 2011

Subiendo al ómnibus

Hay quienes consideran a su partido político como un hogar, un lugar que les da un sentido de pertenencia, de identidad. No tienen que preguntarse a quién votar en cada elección, votan siempre al mismo partido, sin que cambie quién lo dirija ni quién lo integre. Como un cuadro de fútbol, que sigue siendo nuestro equipo aunque cambien los los jugadores y el cuerpo técnico, gane o pierda, cumpla o no con sus objetivos, es nuestro equipo y siempre le seremos fiel en las buenas y en las malas. "Hola, soy Abi Cohen, 24 años, soltero, nacido en la ciudad X, vivo en la ciudad Y, hincha de tal equipo y votante de tal partido". Sí así nos presentamos, esos son los parámetros que nos definen y no es fácil que cambien. Si por algún motivo decido dejar de votar al partido con el que llevo tiempo identificándome, puede ser un cambio muy duro no sólo a nivel ideológico, sino sobre todo a nivel emocional.

Los políticos no dudan en aprovechar esa conexión emocional, por ejemplo Shaúl Mofaz quien al escindirse Kadima del Likud anunció que seguiría en el Likud porque "el Likud es mi hogar y al hogar no se lo abandona". Acabó mudándose igual pocas semanas después, cuando quedó claro que no tenía posibilidades de heredar la cabecera del "hogar" que Ariel Sharón había dejado vacante, según todas las encuestas Netanyahu le ganaba por lejos. También otros diputados explicaron su permanencia en el Lkud en términos más hogareños que ideológicos. Pero en general en Israel la cosa está muy movida, partidos que se separan o se fusionan, políticos que se pasan de un partido a otro, partidos nuevos que surgen de la nada para triunfar brevemente y caer en el olvido. Como diría un amigo mío, existe un buen mercado de pases.

No recuerdo quién fue el escritor israelí que propuso cambiar de metáfora: un partido político no es un hogar, es un ómnibus. Te subes al que crees que te arrima lo más posible a la estación correcta, si el que tomaste no logra llegar a destino porque cambia de rumbo, cambia la estación, el conductor no sabe manejar, o por el motivo que sea, te bajas y tomas otro. Lo importante es llegar a la estación, no el ómnibus; la causa merece lealtad, no el partido. Y en Israel, donde proliferan los partidos políticos como hongos después de la lluvia, en cada sector del espectro político hay varios para elegir, las diferencias ideológicas entre uno y otro muchas veces no son más que matices borrosos. En el 2009 voté a Meretz, en el 2006 voté a Kadima, en el 2003 si hubiese hecho aliá a tiempo para las elecciones casi seguro que hubiese votado a Avodá. Considero que no cambié en forma sustancial mi forma de pensar, fue el mapa político en su conjunto el que cambió cada vez. Imposible saber a quién votaré en las próximas elecciones nacionales, que serán en el 2013 si no se adelantan, estimo que por primera vez desde 1988 no se adelantarán, la actual coalición de gobierno sobrevivirá hasta el fin de su cadencia.

Dudé mucho si afiliarme a Avodá. Temía que la afiliación me conduzca a la trampa del "hogar", que me predisponga demasiado a votar a "mi" partido, al que ya pertenezco oficialmente si es que no hay problemas por la inscripción vía internet a último momento. Había tiempo hasta el martes a la medianoche, para afiliarse a Avodá con derecho a voto en las internas que tendrán lugar dentro de tres meses, yo me inscribí a las 22:35. Acabó por convencerme la noticia sobre la ventaja en reclutamiento de afiliados que sacó Amir Peretz a los demás candidatos. Cuando Ehud Barak se fue del Laborismo para formar su propio partido llamado Atzmaut, pensé que por fin Avodá al que había dado por muerto hace dos anos, tenía esperanzas de resucitar. Evidentemente me adelanté a los acontecimientos, todavía cabe la posibilidad de que gane Peretz y lo hunda aún más metros bajo tierra. Como decía, no sé aún a quién voy a votar en las nacionales, pero en las internas de Avodá no tengo ninguna duda: a Shelly Yechimovich. Me queda para otro post más adelante, explicar por qué a pesar de no estar de acuerdo con varias de sus posturas, es una de los únicos políticos israelíes actuales que me inspiran respeto y admiración.


Nota: éste es el post número 200 publicado en Pensando Israel. ¡Hurra!

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