Zvi Frochkin, un olé jadash (nuevo inmigrante) recién desembarcado, se hospeda en la casa de un primo suyo, que habían inmigrado años antes. La mujer del primo, a quien no le place tener que hospedar al inmigrante quiere quitárselo de encima cuanto antes, consiguiéndole un empleo a toda costa. La pareja convence a Zvi de presentarse como candidato a un puesto de ingeniero en una importante oficina gubernamental, a pesar de que no es ingeniero, ni cuenta con ninguna de las cualifacaciones mínimas requeridas para el empleo. Incluso, Itzjak Lebanón, un viejo desempleado, inquilino en la casa de la pareja es forzado por la mujer a ayudar, redactanto una pomposa y altisonante nota de recomedación firmada a su nombre.
Una serie de confuciones hace creer al director general de la oficina que la nota de recomendación procede de un influyente miembro de un partido político, por lo que termina cediéndole su propio puesto. Con menos de dos semanas en el país, sin dominar del todo el idioma ni los usos y costumbres de su nueva patria, Zvi se ve forzador a lidiar con la dirección de una oficina hundida en un caos burocrático. Al menos contará con la ayuda y la sabia guía de la única funcionaria honesta y eficiente, la empleada encargada de servir el té. Cuando, contra todo pronóstico, Zvi quita a la oficina de su estancamiento y empieza a dar servicios al público, los administradores anteriores deciden hacer todo lo que esté a su alcance para revertir la situación y volver a tomar las riendas del asunto.
Uno de los motivos de la obra, recurrente en otras obras de Kishón, es el inmigrante que llega a la tierra prometida y descubre que no todo aquí es oro, leche y miel, cosa que Kishón, inmigrante húngaro, vivió en carne propia. Si bien el en ese aspecto la obra tiene un tinte muy local, el lector o espectador extranjero puede sentirse identificado con el tema universal del choque entre el idealismo y la realidad. Por supuesto, el exceso de burocracia y la corrupción gubernamental tampoco son exclusividad del Israel de los años cincuenta. Es triste ver que poco ha cambiado en más de medio siglo, como las prácticas que denuncia la obra se siguen llevando a cabo de una forma u otra. Por otro lado, me parece que hoy en día es mucho más difícil cometer un acto de corrupción y quedar impune, ni siquiera el Primer Ministro está a salvo.
Sobre Efraim Kishón nos dice la wikipedia:
Nacido en Budapest, Hungría, en 1924, fallecido en Suiza en el 2005; escritor, humorista satírico, dramaturgo y cineasta israelí. Fue el primer director de cine israelí cuyas películas fueron nominadas al Óscar y el único cuyas películas ganaron el Glogo de Oro (Sallah Shabati en 1965 y Ha-Shoter Azulai en 1972).
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