Hugo Chavez le regala "Las venas abiertas de América Latina" a Barack Obama e inmediatamente el viejo éxito de escritor uruguayo Eduardo Galeano sale disparado en las listas de ventas de Amazon.com hasta alcanzar un puesto entre los diez más vendidos. Ese libro para mí tiene un valor especial, me influenció mucho cuando lo leí a los 16 o 17 años.
Encantando y conmovido por los textos de Galeano en "El Libro de los Abrazos", fascinado por "El fútbol a sol y sombra" a pesar de que ni siquiera me gusta tanto el fútbol, me aventuré también a leer "Las venas abiertas de América Latina". Aunque no es tan divertido cono sus textos cortos, a pesar de que exigen un esfuerzo mayor que estos al lector, está escrito de una forma mucho más amena y entretenida que un libro de Historia convencional, tiene la ventaja de haber sido escrito por alguien que no es un historiador sino un artista de la palabra. Así me adentré un poco en la Historia de ese continente tan vapuleado en el que me tocó nacer.
Lo disfruté, aprendí de él, e hice mía la tesis del libro, según la cual Latinoamérica es una tierra de pueblos que durante cinco siglos fueron explotados y abusados por las distintas potencias coloniales, primero por España y Portugal, más tarde por Francia e Inglaterra y al final por Estados Unidos. Pasaron sus buenos años desde que lo leí y mis recuerdos del libro son algo difusos, el lector que lo tenga más fresco y me quiera corregir bienvenido sea. Recuerdo haberme sorprendido e indignado por los impuestos regímenes de monoproducción que fueron arruinando a los distintos países como fichas de dominó, tras drenar su oro, plata, azúcar o café, me acuerdo cómo Brasil particularmente, parecía caer una y otra vez en la misma trampa. Y así como Galeano a Brasil le dedica buena parte del libro, al caudillo uruguayo José Gervasio Artigas le dedica las mayores alabanzas, cosa que me llenaba de orgullo. Y junto al orgullo y la indignación, el libro fue engendrando en mí un resentimiento centenario hacia todos esos invasores colonialistas, esos cerdos capitalistas, esos "malos europeos y peores americanos" como diría el prócer, como si mis antepasados hubieran tenido que vérselas con las tropas del Virrey del Río de la Plata, en lugar de con los kosacos de Europa oriental.
Y sin embargo, aún en aquella época, a pesar del reconfortante sentimiento que me transmitía el libro, explicándome que yo soy el bueno y dejándome claro a quién tengo que apuntar con el dedo para señalar como el causante de todos mis males, percibía que estaba ante una visión del mundo demasiado simplista. Años más tarde, leí los artículos de Galeano sobre un terruño cuya historia conozco mejor que la de América Latina. Al notar los disparates que escribe este mismo señor sobre Israel, parcializados hasta el extremo, plagados de odio y prejuicios, compuestos por una mezcolanza de verdades a medias con datos descaradamente falsos, me pregunto cuánto de este tipo de desvirtuación fanatizada de la realidad tiñe también a ese libro suyo que tanto admiro.
Una de las cosas que me hizo sospechar en un principio cuan limitado es el prisma de Galeano, fue su desbordante y compulsivo apoyo a la dictadura de Fidel Castro. Hasta en "El fútbol a sol y sombra" en cada capítulo dedicado a un mundial de fútbol a partir de cierto año (¿1962?), Galeano cuela una misma frase en alabanza a Castro, resaltando como luego de pasados otros cuatro años todavía sigue en el poder a pesar de las predicciones de sus opositores. Que alguien me explique qué cuernos tendrá que ver eso con la reseña de un campeonato de fútbol. Muy efectivo el escritor a la hora de denunciar al yugo que oprime al continente, lástima que su alternativa fuera que el buey cambie de amo otra vez más.
Uno de mis textos favoritos de "El libro de los abrazos" es el primero, el de los fueguitos, ese que dice que cada persona es como un fueguito distinto, más o menos grande, brillante, cálido, chispeante o fugaz. El mundo, tal como me enseñó Galeano, es un mar de fueguitos, lástima por el que ve siempre sólo dos grandes fogonazos, el bueno y el malo, el proletario y el reaccionario, el latinoamericano y el yanqui, el palestino y el israelí.
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* Estados Unidos. Rencor como sudamericano, agradecimiento como israelí.
Imre Goth
Hace 2 años
Un poco de competencia a la industria propagandística estadounidense no viene mal.
ResponderEliminarEn general las reflexiones de Galeano tienden a ser muy buenas a la hora de denunciar al imperialismo y muy pobres a la hora de la autocrítica. Desde los latifundistas del siglo XIX hasta los políticos corruptos de las últimas décadas, hubo muchos latinoamericanos que se beneficiaron con la situación de pobreza de la mayoría del pueblo.
ResponderEliminarRecuerdo que hace algunos años leí el "Manuel del perfecto idiota latinoamericano", que básicamente es una respuesta a Galeano. El libro es fundamentalmente propaganda del neoliberalismo económico, y tiene bastantes disparates entre los cuales destaco la alabanza que hace de la política de Menem (de la que pocos años después vimos sus nefastas consecuencias) o el hecho de calificar la política de Perón como "de izquierdas". Lo único positivo del libro -además del cierto tono irónico con que estaba escrito- era que hacía hincapié justamente en el error de considerar que la culpa de nuestros males es exclusiva de las potencias extranjeras.
En mi consideración, creo que resulta muy dificil para cualquier escritor por mas imparcial que pretenda ser, ocultar de las letras que imprime los mas arraigados sentimientos nacionales (etnológicos e incluso regligiosos) y hasta las opiniones obscuras que no suelen llegar exponer abiertamente.
ResponderEliminarEn este caso, lo lamentable es que en nuestra madurez experimentemos como se tambalea la imagen de alguien que alguna vez nos hizo sentir un poco de placer con su obra, y que repentinamente pasa a formar parte en las filas de nuestro personal antagonizmo, o disgusto.
supongo que nadie esta excento.