Ayer a la tarde comenzó la fiesta de Jánuca. Se celebra la victoria de la revuelta macabea ante el Imperio Griego-Seléucida de Antíoco IV en el 164 a.c. Tres años antes, el rey Antíoco había decretado una serie de leyes contra la práctica del judaísmo: prohibió la circuncisión, obligó a los judíos a comer alimentos no kasher y convirtió el Templo de Jerusalén en un templo pagano. Esa nueva legislación no tenía precedentes en la historia griega, los helenos profesaban una fe politeista y tolerante, no se conoce otros casos en los que hayan intentado impornerla a otros pueblos. No se sabe qué llevó al monarca seléucida a adoptar esas medidas tan inusuales.
Aprovecho la oportunidad para expresar mi repudio hacia otro acto de intolerancia religiosa más reciente: el voto de los ciudadanos suizos a favor de prohibir la construcción de minaretes en las mezquitas de su país. Que el lector me corrija si me equivoco, pero hasta donde sé, esta medida tampoco tiene antecedentes en Europa, al menos desde que en la Edad Media se prohibiera construir mezquitas y sinagogas cuya altura superase a las iglesias. Aquello de la neutralidad siempre fue un cuento suizo que no merece demasiado crédito, y aún así, no deja de sorprenderme que sea justamente Suiza quien tome tan claro partido a favor de la xenofobia y el oscurantismo. Puedo entender el miedo y la preocupación de los suizos ante la expansión del Islam en el continente, que inevitablemente arrastra consigo también a un sector fundamentalista, minoritario pero altamente inflamable. Sin embargo, limitando la libertad de culto, se adelantan ellos mismos a los fundamentalistas en su carrera de retroceso a los tiempos medievales. Una medida muy efectiva: jodamos a todos los musulmanes, pero las cuentas bancarias de los terroristas islámicos que nadie las toque.
Hay quienes insisten en que no se trata de un atentado a la libertad religiosa, puesto que los minaretes no son parte integral de la casa de culto, sólo sirven para indicar desde lejos su ubicación. Claro que a nadie se le ocurriría prohibir la construcción de campanarios en la iglesias con esta misma argumentación. O tal vez sí, les propongo a los suizos un antídoto infalible contra los peligros de la religión, derribar minaretes y campanarios y sustituirlos por otras bellezas arquitectónicas de la misma altura pero de mayor utilidad espiritual:
Jag Sameaj leculam. Feliz fiesta para todos.
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* Esta semana toca engordar
Imre Goth
Hace 2 años
Lo que a mí me ha llamado al atención es esto de los minaretes: ¿No puede haber mezquita sin minarete?
ResponderEliminarMiguel: sí, puede haber. También puede haber iglesias sin campanarios. Y puede haber sinagogas cuya altura no supere a las iglesias de la misma ciudad. No digo que tu lo hagas, pero me parce que varios hacen esa pregunta para irse por la tangente, y así restarle importancia a un atentado contra la libertad religiosa que no tolerarían si estuviera dirigido contra su propia comunidad.
ResponderEliminarNo RTB612, si a mi me parece una medida vergonzosa y discriminatoria. Solo me ha resultado curioso lo de los minaretes.
ResponderEliminarEste es un tema de lo más complicado. Se supone que el problema es con los minaretes porque se usan de modo simbólico para lanzar un mensaje político, pero en cualquier caso no parece que sea la mejor idea para frenar el fundamentalismo islámico en Europa (incluso esta excusa es la que puso la derecha suiza, pero tampoco está tan claro que sea completamente cierta). En Bélgica, por cierto, una encuesta de esta semana indicaba que en torno al 58% de los belgas apoyarían una medida similar.
ResponderEliminarEn España el tema es diferente porque aún no tenemos a una generación de hijos de inmigrantes musulmanes nacidos aquí, pero el tema empieza a sonar bastante. Esta semana surgió la noticia de una chica "juzgada" en Cataluña por unos fundamentalistas islámicos y saltaron las alarmas. También suenan noticias de presiones a jóvenes musulmanes para que no se junten con los locales, y ataques a chicas de su comunidad por no llevar el velo. Esto es un problema grave, porque los europeos no estamos dispuestos a dejar que esto ocurra y quedarnos de brazos cruzados. Recordemos que en Francia el gobierno de Sarkozy ya hace tiempo que quiere prohibir el burka, y el "burkini" (traje de baño femenino que tapa todo el cuerpo) ya fue prohibido en varias piscinas municipales italianas.
En cualquier caso, vuelve a saltar a la vista la doble moral que tenemos en Europa para juzgar a Israel. Cuando el fundamentalismo islámico les afecta a ustedes nuestra prensa siempre lo justifica, pero a la hora de la verdad, cuando dicho islamismo se nos acerca un poco, no queremos verlo ni en pintura.