Cuando se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían y en lugar donde la nube paraba, allí acampaban los hijos de Israel. Al mandato de Jehová los hijos de Israel partían y al mandato de Jehová acampaban; todos los días que la nube estaba sobre el tabernáculo, permanecían acampados. Cuando la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza de Jehová y no partían. Y cuando la nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían. Y cuando la nube se detenía desde la tarde hasta la mañana, o cuando a la mañana la nube se levantaba, ellos partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se levantaba, entonces partían. O si dos días, o un mes, o un año, mientras la nube se detenía sobre el tabernáculo permaneciendo sobre él, los hijos de Isael seguían acampados y no se movían; mas cuando ella se alzaba ellos partían. Al mando de Jehová acampaban, y al mando de Jehová partían, guardando la ordenanza de Jehová como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.
Ayer de noche viajando en coche con un amigo por el este de Jerusalén, por poco no acabamos en Ramala a las dos de la mañana, su moderno GPS no funcionaba bien. Hoy al mediodía, mientras me preparaba un plato de fideos, abrí la Biblia y justo di con este pasaje. Y entonces comprendí: hay lugares para los que no hay aparato electrónico que valga, más vale ponerse a rezar. No pediríamos mucho, una nubecita chiquita nada más. Y ya que está, dos raciones de maná caida del cielo por favor, con gusto a shawarma si no es mucha molestia, oh, Jehová.
Jajaja... Maldito GPS, que no funciona. Menos mal que para pasar a Cisjordania hay que atravesar un checkpoint, que si no seguro que terminábamos en Yenín, como mínimo.
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