jueves, 19 de febrero de 2009

Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel

Entre hoy y ayer, los líderes de cada uno de los doce partidos elegidos para conformar el parlamento, se encontraron por separado con el Presidente Shimon Peres y le informaron a que candidato recomiendan para que Peres designe como Primer Ministro. Netanyahu obtuvo el apoyo de seis partidos que juntos suman 65 parlamentarios de un total de 120: el Likud que es su propio partido, dos partidos ultraortodoxos y tres partidos de ultraderecha. Kadima, con sus 28 escaños, fue el único en recomendar a Tzipi Livni. Avodá, Meretz y los partidos árabes se abstuvieron. Aunque Kadima obtuvo en las elecciones un escaño más que el Likud, ante esta situación es casi seguro que mañana, o a más tardar el domingo, Shimon Peres le encomiende a Netanyahu formar el nuevo gobierno.


Antes de que algún apresurado salga corriendo a actualizar la wikipedia, valga aclarar que esto no covierte a Netanyahu en Primer Ministro de forma automática. Primero tiene que tener éxito formando la coalición de gobierno, para lo cual dispone de 30 días y la posibilidad de alargue de otros 14. Si no lo consigue, Peres puede darle la oportunidad de intentarlo a otro o llamar de nuevo a elecciones. Conviene recordar que tras la renuncia de Ehud Ólmert en septiembre, Peres ya le había encomendado a Livni la tarea de formar gobierno, pero Livni no lo consiguió y por eso se adelantaron las elecciones, que de otro modo tendrían que haberse llevado a cabo dentro de un año.

Uno de los motivos de peso que hizo que mi voto terminara por inclinarse hacia Meretz y no hacia alguna de las otras opciones entre las que dudaba hasta hace un par de meses, fue la firme promesa electoral de que Meretz no formaría parte de ninguna coalición de gobierno con Netanyahu a la cabeza. Y sin embargo, tanto el desplome de Meretz y la izquierda israelí como el alzamiento de Netanyahu y la derecha me resultan muy comprensibles, sobre todo si se piensa en los antecedentes. En 1996, parecía que aquel año Shimon Peres de Avodá ya tenía las elecciones ganadas, y no había nada que Benjamín Netanyahu y el Likud pudieran hacer para remontar. La mayor parte de la sociedad israelí, aún en pleno estado de shock por el asesinato del Primer Ministro Isaac Rabin (noviembre del 1995), quería ver a Peres continuar el proceso de paz que los dos juntos habían puesto en marcha. Pero a menos de dos meses de las elecciones, una ola de atentados suicidas perpetrada por terroristas del Hamás, dejó decenas de civiles israelíes muertos en pocas semanas. Como consecuencia inmediata, las ilusiones pacifistas se hicieron añicos, la sociedad israelí dio un giro brusco y repentino hacia la derecha y Netanyahu ganó las elecciones por un margen estrecho. Fue Primer Ministro hasta que su gobierno cayó en 1999.

Esta vuelta Hamás no esperó al último momento, lleva tres años haciendo campaña por Netanyahu. En agosto del 2005, a una semana de que Ariel Sharón pusiera en práctica el plan de retirada unilateral de la franja de Gaza, Netanyahu renunció a su puesto de Ministro de Economía a modo de protesta. Como Ministro de Economía ya había destinado los fondos para el plan, y como parlamentario ya había votado a favor de algunas partes del plan en más de una ocación. Si entonces hubiese sido más constante y coherente en su lucha contra el plan, quizás su partido hoy tendría 10 bancas más. Pero lo cierto es que aunque algo tarde, se opuso, salió a declarar que como concecuencia de la retirada los cohetes de Hamás aumentarían su rango hasta alcanzar las ciudades de Ashkelón y Ashdod. Confieso que yo no me tomé en serio sus palabras, las descarté como el alarmismo y la demagogia de un político dispuesto a vender hasta a su propia madre con tal de llegar al poder. Pero Hamás se encargó de que las palabras de Netanyahu se transformaran en una profesía cumplida.

Aún así, parece mentira que tras haber llevado al Likud a la mayor derrota de su historia en las elecciones pasadas (2006), Netanyahu vuelva a recuperar su liderazgo. Es que en la política israelí nadie muere hasta que muere, Rabin, Peres y Sharón también retornaron al podio años después de que sus carreras fueran dadas por fallecidas en forma prematura. Hoy nadie se atreve a descartar que algún día también se levanten de los escombros Ehud Barak o Ehud Ólmert. Incluso Sharón, si despertara del coma cerebral en el que está sumido desde hace tres años y todavía le quedaran tres neuronas sanas, ganaría por mayoría absoluta.

3 comentarios:

  1. Eso es algo que vengo viendo desde que empecé a seguir las noticias de Oriente Medio. Cada vez que aumentan los atentados terroristas la derecha gana votos en Israel. Lamentable.

    ResponderEliminar
  2. Alan: es lamentable, cierto. Pero tambien es natural. Cuando estas bajo ataque y peligro inminente, la reaccion es buscar la defensa rapida e inmediata por sobre el bienestar a largo plazo. La paz futura e hipotetica (que parece aun menos tangible a la hora de los ataques), cede lugar a las necesidades palpables del momento. A eso hay que sumarle la colera y los deseos de venganza que se generan. A los palestinos les pasa algo parecido, a veces pierden la paciencia y la esperanza y se vuelcan por la violencia. Por eso el circulo de violencia es tan dificil de romper.

    Lo mas triste es cuando se presentan oportunidades reales de salir del circulo y un grupo (Hamas con los atentados del 96) o una unica persona (Igal Amir, asesino de Rabin en el 95), los sabotean con tanta facilidad. Se trata de gente que no busca defenderse ni busca la libertad para su pueblo, que ni siquiera actua guiado por la colera del momento. Se rigen por una vision fundamentalista segun la cual todo acuerdo y toda concesion son una traicion a la patria, y ninguna paz es admisible sin la total aniquilacion del otro bando.

    ResponderEliminar
  3. No seré yo el que venga a defender a Bibi Netaniahu, pero me parece excesivo el nivel de preocupación y alarma de algunos.

    Si bien yo voté a Méretz porque quería un gobierno de izquierdas y humanista, el hecho de que el Likud gobierne con Netaniahu a la cabeza no me parece motivo para estar preocupado. Como tampoco me preocuparía si gobernara Avodá o Kadima.

    El Likud, Kadima y Avodá son los 3 partidos más moderados del panorama israelí. Aunque el Likud tenga algunos tintes de derechas y Avodá algunos de izquierdas, se podría decir que los 3 partidos representan una ideología centrista.

    ¿Qué es lo que me preocupa? Pues muy simple. Me preocupa que de nuevo se antepongan los intereses personales y las ansias de poder de los candidatos en contra de los intereses del pueblo. Lo mejor en estos momentos sería una coalición Likud-Kadima-Avodá que deje fuera del gobierno a personajes peligrosos como Lieberman o a partidos religiosos fundamentalistas como Shas.

    Netaniahu ya ha invitado a Kadima a entrar en el gobierno ofrenciéndole los ministerios de Exteriores y Defensa, pero la señora Livni prefiere no agachar la cabeza y esperar con anhelo lo que pueda pasar dentro de 4 años.

    En concluisión, no me preocupa Netaniahu, a quien incluso considero un líder bastante fuerte, sino sus probables socios de gobierno, que más que seguro paralizarán todo posible diálogo de paz.

    ResponderEliminar