En foros y blogs sobre el conflicto palestino-israelí, me encuentro frecuentemente con comentarios que plantean la idea del estado binacional. En lugar de dividir el territorio en disputa entre Israel y un futuro estado palestino, se preguntan algunos: por qué no crear un único estado en donde convivan juntos judíos y palestinos. La idea no es nueva, ya la había planteado el grupo de intelectuales sionistas conocido como Brit Shalom (pacto de paz), fundado en 1925 y dirigido por Judá Magnes, el primer rector de la Universidad Hebrea de Jerusalén. La idea tuvo entoces muy pocos adeptos entre los judíos y menos aún entre los árabes.
Hay tres motivos por los cuales me opongo a la renovación de dicho planteo, aspiro a un estado judío, democrático, cuyos ciudadanos vivan en paz entre sí y con sus vecinos. Estas tres características, ni en conjunto ni cada una por separado, tienen ninguna posibilidad de concretarse en un hipotético estado binacional. Analicemos en breve cada uno de los tres:
1. Coexistencia pacífica.
La idea de que con un estado binacional, judíos y palestinos vamos a dejar de luchar entre nosotros, como si alcanzara con ello para que como por arte de magia desaparecieran las tensiones, los odios y las disputas que nos enfrentan desde hace más de cien años, no tiene ningún fundamento. Al contrario, no faltan ejemplos de pueblos enemistados cuya convivencia en un mismo estado derivó en guerras mucho más espantosas que las de árabes contra judíos: turcos y armenios, kurdos e iraquíes, servios y bosnios, albanos y kosovos. Pero no hay que irse tan lejos, de hecho, judíos y palestinos ya convivimos juntos por un período bajo un mismo marco político con las mismas fronteras que el hipotético estado binacional, me refiero al Mandato Británico de Palestina de 1917 a 1948. Basta con recordar las masacres de judíos perpetradas por los árabes durante ese período en Gaza, Yafo y Hebrón, para entender que la convivencia pacífica no está asegurada. La única esperanza de paz pasa por la separación y un acuerdo de límites fijo, como se logró con Egipto y con Jordania. No nos sirve el matrimonio, lo que necesitamos es un buen divorcio.
2. Democracia.
Para que la democracia sea posible, es necesario que la mayor parte de la población crea en ella. En Israel la democracia ya se encuentra bajo amenaza, por parte de los judíos ultra-ortodoxos que quieren un estado teocrático, y de los ultra-derechistas que quieren debilitar la separación de poderes y limitar los derechos de las minorías. Si añadiéramos también a los partidarios del Hamás (la mayoría de los palestinos en las elecciones del 2006) y a los del Fatah, la democracia perdería toda posibilidad de sostenerse. Hamás ganó las elecciones de la ANP limpiamente, pero luego eliminó a tiros a la oposición, expulsando al Fatah de la Franja de Gaza. Fatah en la época de Arafat llamó a la elecciones sólo por presión internacional, ahora Abu Mazen las posterga una y otra vez, hasta que llegue el momento en que tenga alguna posibilidad de ganarlas. Aún suponiendo que milagrosamente no estallara una cruenta guerra civil, o que al concluir dicha guerra se pudiera establecer un gobierno estable, no es de esperar que ese se gobierno sea democrático.
3. Estado judío.
Como sionista que soy, creo que el pueblo judío tiene el derecho y la necesidad de un hogar nacional propio, es decir, un estado judío. En qué consiste exactamente el aspecto judío de dicho estado, es una pregunta que da lugar a largos debates a los que no entraré en este post. Diré solamente que no me alcanza con que dicho estado sea judío, sino que quiero que sea a la vez judío y democrático. Cómo es posible resolver dicha aparente contradicción, cuál es el adecuado balance entre judaísmo y democracia, son otras preguntas que generan muchas discusiones. Cualquiera que sean las respuestas, la condición mínima e imprescindible para un estado judío y democrático es una mayoría de ciudadanos judíos. Dicha mayoría se pierde si al millón de árabes ciudadanos de Israel, sumamos otros tres o cuatro millones de árabes palestinos (seis o siete, si contamos también a los descendientes de los refugiados palestinos en los países árabes), creando así un estado binacional o un estado árabe con minoría judía. Todo sionista que se precie de tal, debería apoyar la creación de un estado palestino, donde esos millones se autodeterminen por fuera del estado judío.
En los últimos años, algunos dirigentes palestinos han desempolvado la antigua idea de Brit Shalom y han vuelto a sugerir el estado binacional, no como solución sino como amenaza, diciendo en otras palabras: "o aceptan todas nuestras demandas o tendrán que vérselas por la fuerza con un estado binacional, en el cual los judíos serán minoría."
EL SHOW (perdón, el Plan) DE LA PAZ
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