Nuestro flamante Ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, sigue diciendo sus disparates habituales de vez en cuando, como para no perder la costumbre, pero hay que reconocer que desde que ocupa el cargo de diplomático número uno, se le nota un esfuerzo por medir mejor sus palabras. Ya no sugiere bombardear países vecinos, como cuando habló de bombardear la Presa de Asuán en Egipto allá por el 2001. Incluso se ha guardado de repetir sus anteriores amenazas de bombardear a Irán, resaltando a cada oportunidad que es la comunidad internacional en su conjunto la responsable de frenar las ambiciones atómicas de Irán y no Israel. Ya no envía a jefes de Estado a "todos los demonios", como hizo literalmente con el presidente egipcio Hosni Mubarak, pero aún sin rebajarse a los insultos directos tampoco se ha ahorrado algunas ofensas bastante poco sutiles contra los gobiernos de Suecia y Turquía.
En agosto del año pasado el diario de más tiraje en Suecia, el Aftonbladet, publicó un reportaje en el que se acusaba a las Fuerzas de Defensa de Israel de matar palestinos para robarles sus órganos y comerciar con ellos. Más tarde el diario reconoció que no poseía pruebas, el periodista se basaba en lo que "había oído de unos palestinos", vaya profesionalismo. La publicación causó gran indignación en Israel y algunos sectores de Suecia, no tanto por la calumnia contra el ejército, como por la evidente similitud entre la acusación y uno de los mitos antisemitas clásicos: la costumbre de los judíos de matar niños cristianos para quitarles la sangre y usarla en la preparación en los panes ácimos (Matzot) que se comen en la pascua judía. Se trataba de un caso en el que cruzaba por lejos la línea que separa a la crítica legítima a las políticas del gobierno de Israel, del más puro y tradicional antisemitismo.
La embajadora de Suecia en Israel expresó su condena a la publicación. Por su parte el Ministro de Exteriores de Suecia, se negó a expresar un repudio similar y regañó a la embajadora, amparándose en la libertad de prensa. Israel no pedía que Suecia censure al diario ni que quiebre sus leyes que garantizan la libertad de expresión. Pedía que el gobierno sueco también haga uso de ese derecho, para oponerse públicamente a semejante propagación del antisemitismo en su país, en lugar de respaldarla mandando a callar a su embajadora. Lamentablemente, esta vez Lieberman no pudo aguantarse y tuvo que convertir una protesta legítima en otro de sus circos personales, se le dio por comparar la reacción del ministro sueco con la negativa sueca a intervenir contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Así, con impresionante rapidez, Lieberman logró que la importante discusión acerca de las calumnias antisemitas y los límites de la libertad de expresión pasaran a segundo plano, que el foco del asunto pasara a sus propias palabras. El justo motivo de queja quedó relegado, sepultado bajo el malestar provocado por la forma de la queja. Lieberman quizás ganó algunos puntos ante cierto público doméstico, al mostrarse firme y orgulloso, pero perjudicó a la lucha contra el antisemitismo en Suecia y a las relaciones exteriores de Israel.
Esta semana, el lugarteniente de Lieberman, el vice-ministro de Relaciones Exteriores Dani Ayalón, se le ocurrió hacer algo parecido contra el gobierno de Turquía. Para protestar contra la emisión de una serie de televisión en Turquía que muestra a soldados israelíes apuntando deliberadamente contra bebes palestinos y otras barbaridades por el estilo, a Ayalón no se le ocurrió mejor idea que humillar públicamente al embajador turco. Lo citó a una reunión y lo hizo sentarse ante las cámaras en un sillón más bajo que el suyo y adoptó otros gestos más, que más tarde reconoció ante la prensa como un intento explícito de humillación. En lugar de condenar la emisión de la serie de televisión, el Presidente de Turquía Recep Erdogan, exigió una disculpa oficial amenazando con retirar al embajador. Una vez más, por obra y gracia del Ministerio de Exteriores, la importante crítica contra una obra antisemita fue desplazada para dar paso a una discusión sobre si correspondía o no una disculpa israelí. Lieberman consideró que no estaba bien disculparse más que con una disculpa informal que Ayalón ya había emitido, pero Netanyahu y Peres lo empujaron a escribir una carta de disculpas oficial.
Qué maravilla, no tenemos uno, sino dos pirómanos a la cabeza del servicio de bomberos. Parecen empeñados en barrer bajo la alfombra de sus desfatchatez cualquier querella contra actos antisemitas en el mundo. Y a los que afirman que por el contrario, por fin tenemos a alguien que hace respetar el orgullo nacional, les diría que estos señores representan todo lo opuesto al respeto y el orgullo, vergüenza debería darnos tener a semejantes papanatas por representantes. O tal vez no, no conozco a Ayalón, quizás en su caso sea un error individual, una sola vez que se dejo llevar por el enfado y no un producto calculado de una visión de mundo donde las mutuas humillaciones y la diplomacia son sinónimos.
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* Merci Monsieur Saekozy
Imre Goth
Hace 2 años
Rubén, yo diría que el término vergüenza se queda corto para definir a esos dos sujetos.
ResponderEliminarMe parece genial que critiques a semejantes alelados, aunque en la última frase intentes excusar a Ayalón diciendo que "tal vez se dejó llevar por el enfado". Nada de eso. El hecho de dejarse llevar por los sentimientos presupone determinación moral e intención. Ese tipo es imbécil, actúa por instinto, como los burros y otros animales de carga, orgulloso de creer que siempre hace lo correcto.
Es posible que el retrasado de Ayalón se piense que con su genialidad ha humillado al embajador turco. Se equivoca. Se ha humillado a sí mismo, a su partido, al gobierno y nos ha humillado a todos los israelíes.
Yo estoy muy preocupada porque las acusaciones a los judíos a lo largo y ancho de la tierra de ser iguales a los nazis, comienzan a ser verdaderas cuando se analizan cuestiones como todo lo que aparece en el libro de Ilán Papée, intelectual israelí muy prestigioso que está exiliado en Inglaterra, o cuando se muestran imágenes del muro anterior y el nuevo y de los palestinos que ahora van a morir -más efectivamente que antes- de inanición y falta de medicamentos. Pregunto:¿es antisemita llamar asesinos a los asesinos? ... porque yo misma soy semita y me parece que lo de israel es un asesinato a cielo abierto.
ResponderEliminarEs antisemita compararnos con los nazis, antisemita o ignorante. Porque para hacer tal comparación hay que partir de una muy profunda ignorancia tanto sobre lo que ocurre en Israel como lo que hicieron los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, o de un odio tan profundo que ofusca a la razón y conduce a las comparaciones más odiosas, absurdas y malintencionadas.
ResponderEliminarEspero que en tu caso sea un cuestión de ignorancia, así parece ser por el único dato concreto que escribes, que Ilan Pape está exiliado. No parece que nadie le haya prohibido la entrada a Israel, que yo sepa cada tanto sigue viniendo a propagar sus mensajes de odio también desde aquí. Otra muestra de ignorancia es tu confusión sobre la etimología del término antisemitismo. El que lo acuñó en el siglo XIX lo utilizó para referirse a los judíos (y no a todos los semitas), y ese ha sido el uso que tuvo desde entonces.
Alimentos y medicamentos siguen entrando a Gaza sin demasiada dificultad. Lo mismo con las enormes cantidades de armamento. Pero claro, para ti son unos pobres muertos de hambre, que te importa que estén ansiosos por asesinar a cuantos más judíos puedan.
"En el libro de Ilán Papée, intelectual israelí muy prestigioso"
ResponderEliminarMuy prestigioso sobre todo entre los fans de la ciencia ficción.
sos judio
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