En el 2006, luego de que Hamás ganara las elecciones publiqué en la revista Piedra Libre un artículo titulado La Espada de Damocles. Especulaba que la nueva responsabilidad que recaía sobre Hamás haría que la organización tuviera que moderarse. Estaba totalmente equivocado.
Comparaba a un gobierno electo democráticamente que está en la obligación de rendir cuentas a su pueblo, con el mítico Damocles que reinaba con una espada colgando sobre su trono, espada que podía caerle encima si no gobernaba sabiamente. Razonaba que tal gobierno no tiene otra que procurar el bienestar de su gente si desea mantenerse en el poder, y está claro incluso para Hamás, que no se puede procurar el bienestar del pueblo palestino y mantener eternamente la guerra contra Israel. Evidentemente subestimé a Hamás, poco después de llegar al poder Ismail Hania quitó de sobre su cabeza la Espada de Damocles: chau oposición, chau elecciones periódicas, chau democracia.
Hoy en día sigo creyendo que, a diferencia de lo afirmado por Ilan Pappe, el mayor interés de Israel es que todos los países del Medio Oriente se vuelvan democráticos. Es cierto que la apertura democrática puede causar el deterioro de las relaciones de algunos países con Israel, como ha ocurrido entre Israel y Turquía. Pero nunca al punto de derivar en guerra. No existen ejemplos de guerras entre países democráticos (si el lector conoce alguna excepción le agradezco la información), siempre son dictadura vs dictadura o dictadura vs democracia. Al fin y al cabo el interés de los israelíes coincide por completo con el de todos nuestros vecinos: que cada uno viva en libertad y prosperidad, en paz los unos con los otros. Decía Herodoto que no hay hombre tan necio como para preferir la guerra a la paz, porque en la paz los hijos entierran a los padres mientras que en la guerra los padres entierran a los hijos. Se ve que Herodoto no conocía a Hamás ni a la ultra-derecha israelí.
El caso de Hamás me ha dejado muy presente algo que ya tendría que haberme aprendido de la historia europea contemporánea: una ronda electoral ganada por un partido antidemocrático no da comienzo a una democracia, la liquida. Hamás liquidó a la democracia palestina antes de nacer. Como israelí que soy, espero que no ocurra lo mismo con Egipto, Túnez, Libia, etc. Pero esta vez ya no soy tan ingenuo, los israelíes tenemos genuinos motivos para preocuparnos por los posibles resultados de las revueltas vecinas, sobre todo la de nuestro limítrofe Egipto.
Imre Goth
Hace 2 años
¿La guerra anglo-estadounidense de 1812?
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