Súbditos sí, sionistas no.
Hace una semana una delegación de diputados árabes-israelíes viajó a Libia a encontrarse con Muammar Kadafi. Sí, el mismo Kadafi que en 1993, como protesta contra la firma de los Acuerdos de Oslo, amenazó con expulsar a los 30.000 palestinos que residían en su país. ¿A qué fueron? A promover la paz y la coexistencia entre árabes y judíos supongo que no. Kadafi declaró que él no tiene nada contra los judíos, sólo contra los sionistas. Es verdad, en eso le creo. Este partidario del panarabismo no tiene problema con los judíos que acepten someterse como dhimmi en regímenes árabes, y queden a merced de la buena voluntad del tirano de turno. Su problema es con los judíos que preferimos ser "un pueblo libre en nuestra tierra" como reza nuestro himno nacional, o en tierras robadas maliciosamente a los árabes si el lector lo prefiere. Y claro, desde que el Califa Omar la conquistó hace 1.200 años, las masacres y expulsiones de judíos en la zona fueron mucho menos frecuentes que en Europa, deberíamos estar agradecidos y rogar que nos acepten como súbditos en Libia, Marruecos, Egipto, Siria, Iraq o Yemen.
¿Acercamiento?
Ayer comenzaron las "conversaciones de acercamiento" entre Israel y la Autoridad Palestina. "Acercamiento" quiere decir que Netanyahu y Abu Mazen siguen sin mirarse ni de lejos, cada uno habla con George Mitchell, enviado de Obama a la región, y éste transmite a cada parte lo que dice la otra. Para celebrar el acontecimiento, desde Gaza renuevan el lanzamiento de misiles Grad a la zona de Ashkelón. Más tarde el gobierno de Obama anuncia que el "acercamiento" se logró luego de que Israel aceptara congelar la construcción en Jerusalén, acto seguido el gobierno de Netanyahu niega que haya accedido a dicha exigencia. Y yo me pregunto: ¿a qué nos acerca semejante acercamiento? ¿a la cantante calva? Me recuerda al chiste del político que para anunciar los grandes avances de su gestión anuncia lleno de orgullo: "hemos dado un giro de 360 grados".
Partida simultánea
Gari Kasparov, el ex-campeón mundial de ajedrez considerado el mejor jugador de todos los tiempos, llega a Israel y jugará hoy una partida simultánea contra treinta israelíes: políticos, empresarios y estudiantes. Un ajedrecista de ese calibre, aunque esté retirado hace cinco años, ponerlo a jugar con esos aficionados, qué desperdicio. Pero tendrá al menos una contrincante capaz de presentarle un buen desafío: Marsel Efroimski, campeona mundial de ajedrez femenino hasta 14 años. Y también a Natan Sharansky, presidente de la Agencia Judía, que una vez le ganó a Kasparov en una simultánea, toda una hazaña. Si de los 30 por lo menos uno le empata, ya es un logro, hagan sus apuestas. No sé qué es más probable: que le ganen los treinta o que prospere el "acercamiento" entre Netanyahu y Abu Mazen.
EL SHOW (perdón, el Plan) DE LA PAZ
Hace 5 años