Nazaret, Ramala, Jerusalén. Nada ocurre, nada avanza. Todos prenden sus cigarrillos y esperan, nadie llega. Un hombre que se para en una estación de autobuses en la que no pasan autobuses. Un niño con la camiseta de Barza que domina la pelota, hasta que va a parar a las manos de un vecino que se la pincha ante la impasible mirada de dos ancianos que no se mueven de sus sillas. Dos vecinos que diariamente se tiran mutuamente la basura cada uno al patio del otro. La misma casa que sufre periódicamente ataques con explosivos y disparos de metrallas. Dos amantes que se tocan apasionadamente las manos, nada más que las manos.
Esas son algunas de las escenas que conforman la secuencia inconexa y surrealista que es la película "Intervención Divina" del director Elia Suleiman, ganadora del Premio del Jurado del Festival de Cannes en el 2002. La primera mitad de la película me recordó constantemente a "Esperando a Godot" de Samuel Beckett, sólo que con un enfoque mucho más visual y menor énfasis en los diálogos. Al igual que en la obra de teatro Irlandés las escenas se repiten, pero muchas más veces. La diferencia consiste en que en la película de Suleiman, Godot si se digna a intervenir, en la figura de una mujer que sólo con su mirada es capaz de desmantelar puestos de control del ejército israelí:
Ya he dicho que la película es surrealista, no tiene sentido condenar sus incoherencias. Sin embargo, al ver esta escena no pude dejar de pensar que para una mujer vestida así caminando por las calles de Ramala, no son precisamente los soldados israelíes el mayor peligro que tendría que afrontar.
Como he dicho, la película no viene a representar la realidad exterior, sino más bien un sentimiento interno, un sentimiento de opresión, de desesperación, de estancamiento. Un sentimiento que despierta fantasías de venganza:
Para un israelí la escena anterior es difícil de digerir. Hay otras menos duras aunque también bastante provocativas, como la del globo con la cara de Arafat que se poza sobre el Domo de la Roca, o el colono que queda hipnotizado al compás de la música árabe. Antes de que algún grupo de colonos me busque para lincharme por hacerles eco, permítanme señalar que en muchas otras escenas Suleiman también destaca y protesta contra una mentalidad árabe que los lleva a hacerse daño entre ellos de manera constante, dejando claro que son los autores de su propia desgracia, al menos en parte. Y aunque no se resalta, la película muestra que esos mismos israelíes a los que sueñan con matar son quienes atienden los hospitales que tratan a sus pacientes.
Los que busquen una película de acción, no se dejen engañar por las dos escenas seleccionadas para ilustrar este artículo. La película es lírica y muy lenta, casi sin diálogos, con muchas repeticiones y casi sin mayor acción de la ya expuesta aquí. Para el que le gusta el cine de calidad y se interesa por el cine palestino, se la recomiendo efusivamente. Israelíes: respirar hondo y relajarse antes de empezar, intentar mantener la calma.
Más info:
Imre Goth
Hace 2 años
Gracias por el dato, la voy a buscar.
ResponderEliminarNo conocía tu blog, voy a pasar seguido. Nos leemos. :)
No sabía que los palestinos permitiían a sus mujeres ir sin velo. Bromas aparte la mejor escena es cuando usa la palestina para enredarle el arma, impagable.
ResponderEliminarUna paranoia de película, por lo que he visto en los trailers. En fin, habrá que ver si de verdad merece la pena.
ResponderEliminarEn todo caso, coincido contigo en que la ropa de la del control no es el atuendo más visto en Gaza que digamos. Por lo menos no es el que sacan por la tele.
Filoc: sin velos les permiten, pero con escote, falda corta y atuendo que marque tan bien la silueta, lo dudo.
ResponderEliminarHispa: no es gaza, es cerca de Ramala, aunque para el caso es lo mismo. Para mi la peli sí vale la pena, pero es cuestión de gustos.