Hace unos años solía frecuentar el sitio web de la Sociedad Israelí de Ciencia Ficción y Fantasía, me gustaba sobre todo la sección de las "encuestas sin propósito". Me acuerdo especialmente de dos encuestas, la segunda sobre qué libro de Ciencia Ficción o Fantasía habría que acortar a la mitad, me quedó grabada en la memoria porque algunos comentaristas sacrílegos sugerían eliminar los capítulos sobre Tom Bombadil de El Señor de los Anillos (el ganador de la encuesta fue Harry Potter y la Orden del Fénix, merecidamente). En primer lugar me quedó grabada la encuesta sobre cuál fue el libro que influyó más por fuera de los límites del género, entre las opciones más votadas quedaron Frankenstein, Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino, El Señor de los Anillos y 1984 en el primer puesto. Uno de los comentaristas señaló que entre las opciones de la encuesta faltaba Altneuland del fundador del Movimiento Sionista, Theodor Herzel, publicado en 1902. No me había detenido a pensarlo antes, pero si se aplica una definición lo suficientemente amplia como para incluir a 1984 de George Orwell dentro del género de la ciencia ficción, entonces Altneuland también pertenece al género.
En la novela Herzl describe su visión utópica de cómo sería el futuro Estado Judío, el argumento trasncurre en su mayoría en el año 1918. Para ser más preciso, aclaro que en Altneuland Herzl no habla de un estado independiente del Imperio Turco sino de la "Nueva Sociedad", una especie de cooperativa gigante cuyos habitantes, tanto judíos como árabes, viven en un paraíso social justo e igualitario (¡cuán diferente es su leyenda de nuestra realidad!). Además, como es habitual en la ciencia ficción, la tecnología tiene un lugar central en la obra, hasta se puede hablar de especulación científica: en la ficción de Herzl en el '18 ya existe el "Canal de los Mares" que conecta al Mar Mediterráneo con el Mar Muerto, la diferencia de altura entre los dos mares conectados (el Mar Muerto está a 420 metros bajo el nivel del mar), causa una corriente que se aprovecha para generar energía eléctrica.
La influencia de Altneuland no fue tan decisiva como la del ensayo titulado El Estado Judío (1895) del mismo autor, pero sin lugar a dudas también fue inmensa. Altneuland, traducido literalmente del Alemán (idioma en el fue escrita la obra), significa nueva vieja tierra, pero el líder sionista Najum Sokolov lo tradujo más libremente al hebreo como Tel Aviv. "Tel" se le llama a cierto tipo de sitio arqueológico y "Aviv" significa primavera, yuxtaponiendo las dos palabras se representa la idea de la renovación de lo antiguo presente en el título original. Este año se conmemora el centenario de la fundación de aquel suburbio a las afueras de Yaffo que pronto adoptó como nombre el título de la novela de Herzl y que se fue convirtiendo en una de las principales ciudades de Israel: me refiero a "la primera ciudad hebrea", "la ciudad sin descanso", Tel Aviv. En Tel Aviv, hace hoy 61 años según el calendario hebreo, fue declarada la independencia del Estado de Israel.
Es increíble como Julio Verne se anticipó a su tiempo con la idea del submarino y la del viaje a la luna. Mucho más increíble es que haya llegado a realizarse esa otra idea tan fantasiosa, digna de la ciencia ficción: el retorno de los judíos a nuestra patria ancestral, la renovación de la soberanía judía sobre la Tierra de Israel luego de 2000 años, la creación del Estado Judío.
¡Feliz Día de la Independencia! ¡Jag Sameaj!
Véase también:
* Texto de la Declaración de la Independencia
* 60 años de sentimientos encontrados
* 18 novelas de ciencia ficción
EL SHOW (perdón, el Plan) DE LA PAZ
Hace 5 años