Ayer, fue el tercer día consecutivo de bombardeos mutuos entre Israel y Hamás. Ya se especula sobre la posibilidad de llegar pronto a un cese al fuego. Al mismo tiempo, Hamás declara que no aceptará una tregua si no es bajo sus propios términos e Israel sigue llamando a la reserva y aprontando a las tropas para un ataque terrestre.
Hay muchos israelíes que están a favor de continuar los ataques en Gaza y esgrimen argumentos de peso. Es cierto que la oportunidad para aplastar del todo al Hamás puede que sea ahora o nunca, que si no se logra un cambio drástico ahora, esta historia amenaza con repetirse en el futuro cercano. Si Hamás logra conservar siquiera una pequeña parte de su arsenal de proyectiles, nada impide que como ocurrió esta vez, tras unos pocos meses de tregua vuelva a lanzarlos contra la población civil israelí, lo que llevaría a un nueva ofensiva israelí. En ese caso israelíes y palestinos quedaríamos de nuevo en el mismo punto, sólo que sumergidos en un fango todavía más profundo.
Por otro lado, el tiempo que tiene Israel para atacar es limitado, tarde o temprano la presión internacional va imponer un alto al fuego como ocurrió en el Líbano en el 2006. Mejor que sea ahora por iniciativa propia, antes de lanzar una operación terrestre de dudosa efectividad que nos cueste muchas bajas. Hay que aprovechar para generar una imagen de victoria ahora que Hamás está medio entre los escombros y el Ejército de Israel está intacto. En este tipo de conflictos, a mediano plazo, la imagen que queda grabada en la conciencia colectiva influye más que los verdaderos resultados sobre el terreno.
Tras la retirada de Gaza dirigida por Ariel Sharón en el 2005, Hamás cobró popularidad y poder, porque quedó como el héroe nacional que había conseguido expulsar a Israel. Eso le ayudó a ganar las elecciones palestinas en enero del 2006 (año y medio después echó a tiros de Gaza a la oposición del Fatah). El hecho de que la retirada fuera llevada a cabo por Israel en forma unilateral sin exigir ni recibir a cambio del cese de la ocupación en Gaza, favoreció a Hamás. Muchos Palestinos interpretaron que los métodos violentos de Hamás sí daban resultados, a diferencia de las interminables e infructuosas negociaciones pacíficas de Fatah bajo el mando de Abu Mazen. El escritor israelí Yoshúa Sobol, sostiene que éste es el momento para lograr ese acuerdo de retirada a cambio de calma que Sharón se salteó en el 2005, por lo cual conviene llegar a una tregua lo antes posible. Me parece muy convincente.
El problema es que Hamás también entiende que si acepta frenar las cosas en justo ahora, queda como el derrotado y pierde el prestigio que se ganó en el 2005, por eso no acepta. Hamás prefiere seguir sufriendo incontables bajas propias, con tal de tener la oportunidad de infringir él también muchas bajas al enemigo y poder presentarse a sí mismo como quien supo resistir y hacerle frente a la enorme maquinaria israelí, al estilo de Hezbolá en el Líbano. A Hamás le sirve que Israel derroche vidas persiguiendo un objetivo casi imposible - detener al cien por cien el lanzamiento de cohetes en el poco tiempo disponible - para que parezca que lo ha hecho fracasar. No hay que darles el gusto.
Actualización:
01.01.2009: encontré un post con una explicación de esta misma postura en forma muy clara y concisa por Amos Oz. Recomendado.
EL SHOW (perdón, el Plan) DE LA PAZ
Hace 5 años